sábado, 13 de septiembre de 2008

Nudo

Con esta palabra me quiero referir no solamente a momentos dificultosos como imprescindibles de la vida, sino también a las ataduras propias de cada ser humano. Eso que cada persona lleva consigo como un peso que acongoja, como algo con forma de angustia asentado en algún lugar del cuerpo. A algunos se les nota lo difuso, lo grisáceo en la mirada, otros tienen dolores orgánicos en el pecho, en el estómago, en la cabeza o garganta. También existen esos en donde la pena no encuentra un sitio concreto y por ende divaga por todo el ser atacando las defensas de cada rincón. Pero todos tenemos algo que nos enlaza con el universo de la intranquilidad. Los cambios, los no-cambios, la violencia, la injusticia, el rechazo, el miedo, el tiempo, la soledad, la no-soledad,...mil factores que nos movilizan o inmovilizan depende qué y en quién. Circunstancias que nos ponen a prueba, nos llevan al límite y sobre todo nos permiten conocernos en nuestros diferentes estados; pero siempre hay uno solo que prevalece sobre los demás.
En mi caso: la espera. ¿Qué espero?, no sé. Pero espero, siempre espero. Me cansa, me duele y me alimenta. Me rejuvenece, me hace sentir. He esperado más de la cuenta, no lo niego. Ha sido, cobardemente ha sido, más el tiempo dedicado a estas sensaciones que a la mismísima gratitud de la recompensa en muchas circunstancias. Pero fue útil, ya que aprendí hasta qué punto es necesario este sentimiento de lujuria y hasta dónde puedo sostenerlo.
Hoy en día no me hacen falta. Puedo sentir que siento en cualquier momento, en cualquier situación. Puedo sentir y disfrutar cada emoción propia de mí sin precisar extremos,pero a veces sí.
A veces si es necesario llevarse a uno mismo al borde de la quietud, y arrasar con las mismas conjeturas de siempre para volver a formarlas. Regresar al punto de partida o quizá a otro que se desconoce para seguir un camino
distinto es sumamente indispensable para la formación de cada ser.
El nudo, la atadura, el sentimiento de disturbio, la angustia y todos esos, son efectos de los que no podemos prescindir jamás, simplemente porque son un puente entre lo que somos hoy y lo que mañana seremos o podremos ser.

2 comentarios:

María Virginia Costa dijo...

Hermoso, pauli. Ya te lo dije cuando chateamos, ambos textos tan distintos y tan preciosos.
Escribis muy lindo.

En fin, caí en ésto del blog yo también, veré cuánto me dura y si aprendo a usarlo.
Te mando un besito, y gracias por leerme siempre.


Bubu :)

Anónimo dijo...

nudos. que unan los nudos. y no ahoguen...